El exsenador, visiblemente quebrado, y acompañado de sus hijos, escuchó en silencio la acusación que analizó con detalle cada una de las agresiones que le endilgan. Aún falta el alegato de clausura del fiscal Sandro Abraldes, quien también requerirá una pena de cárcel contra el exmandatario. El juez, por su parte, le prohibió al imputado que salga del tribunal hasta tanto finalice la audiencia.
La detención se llevaría a cabo en un establecimiento penal de Buenos Aires.
Se puede afirmar, más allá de toda duda razonable, que José Alperovich es el autor de todos los hechos (…), que ocurrieron en diferentes domicilios ubicados tanto en esta ciudad como en San Miguel de Tucumán y en el vehículo de Alperovich, en el contexto de las salidas diarias -para la campaña a la gobernación tucumana de 2019-. Para cometerlos, el imputado se valió de su enorme poder que detentaba a nivel laboral, familiar y político en toda la provincia. Él había sido elegido tres veces gobernador y era, para la época de los hechos, senador nacional y asesor ad honorem para la provincia”, expresó Carolina Cymerman al iniciar su alegato ante el juez Juan Ramos Padilla, titular del Tribunal Oral Federal 29 a cargo del debate.
“-En el primero de los hechos– el imputado le metió su mano por la espalda por el corpiño, la besaba, la babeaba, chocando sus dientes contra los de ella. Fue todo una sorpresa. F.L. retraía su cuerpo diciendo que no quería, hasta que pudo salirse. Le dijo que ella lo energizaba y volvió a besarla. Le hizo sentir su erección. F.L. no pudo reaccionar, estaba paralizada, pero le dijo que no quería. Para ella eso fue espeluznante. La situación no fue ni siquiera de conquista sino de avance”, precisó la querellante.
En efecto, Cymerman y su colega Pablo Rovatti consideraron comprobados los tres hechos de abuso sexual -dos de ellos en tentativa- y seis de violencia sexual agravada por acceso carnal consignados en el auto de elevación a juicio. Para los acusadores particulares, el político cometió los delitos entre el 14 de diciembre de 2017 y el 26 de marzo de 2018 en San Miguel de Tucumán y Yerba Buena -Tucumán-, y en un departamento del imputado en el barrio porteño de Puerto Madero.
“El testimonio de la víctima -afirmó Cymerman- constituye una prueba fundamental en casos de violencia sexual. Su testimonio es la primera prueba de que dice la verdad, de que ha sufrido muchísimo a raíz de las violaciones que ha cometido el acusado. Luego de su denuncia -a fines de 2017- hubo una brutal campaña de deslegitimación de su palabra, y, sin embargo, ella siguió adelante”. Luego añadió: “Su testimonio fue contundente, aportó precisiones y detalles escabrosos. La idea de un relato fabricado, como intentó instalar el acusado, es ridícula”.
La querellante describió minuciosamente todos los cargos de la elevación a juicio que tuvo por cierto. En base a la declaración judicial de la denunciante del pasado 5 de febrero, Cymerman sostuvo: “En el mes de febrero de 2018 -en el marco de las salidas proselitistas diarias- iniciaron los tocamientos en el vehículo particular de Alperovich. Son escenas sucesivas que dejaron a F.L. una impronta traumática por la situación de indefensión: en un auto en movimiento no hay adonde ir. Las visitas se organizaban muchas veces en autos particulares… Muchas veces los dos volvían los dos solos. Él decidía cuándo se volvía con gente y cuando solo con ella. Estos tocamientos en los traslados dentro del vehículo particular de Alperovich eran habituales”.
A su vez, para la abogada, en uno de los tres hechos descritos de ese mes “Alperovich le metió la mano por adentro de la ropa y dentro del corpiño. Intentó tocarle la vagina. Para evitar esos tocamientos, ella solía intentar bloquear el acceso poniéndose cosas, como por ejemplo su cartera entre las piernas. Pero no servía de nada, porque Alperovich, aun estando al volante, y con su mano libre, le tocaba los pechos. F.L se negaba y Alperovich se enojaba. (…) En otro de los hechos, de regreso de una visita a Simoca, volvieron solos en el vehículo pero con un chofer manejando. Ahí le metió la mano adentro del pantalón, dentro de la bombacha, le introdujo los dedos dentro de la vagina y viajó así parte del viaje”.
Al momento de relatar los distintos episodios de acceso carnal, la querella citó el testimonio de la denunciante, ofrecido al iniciar el debate oral. “Él avanzó sobre mí en el sillón -de la casa del imputado, en la capital tucumana-, se bajó los pantalones, me hizo que lo tocara, me dijo ‘mirá cómo estoy; mirá cómo me ponés’. (…) Nos dirigimos al cuarto. Del living me llevó al cuarto, me practicó sexo oral, me puso de costado y me penetró. Siempre sus abusos fueron de esa forma, de espaldas yo, nunca me tenía de frente, ni me miraba, con su mano en mi espalda. Yo no era un sujeto activo, no hacía nada, ni me movía. Estaba totalmente vencida”, leyó la abogada ante la atenta mirada del imputado, acompañado de su defensor Augusto Garrido.
“El lunes 12 de marzo de 2018 la volvió a violar”, señaló Cymerman, y precisó: “Otra vez estaban solos en la casa. En esa situación de sillón, por la tarde, el imputado empezó a tocar el cuerpo de F.L., la besó, la obligó a tocar su pene para que ella se diera cuenta de que lo tenía erecto. La obligó a ingresar a su habitación, forzó a que le hiciera sexo oral, la arrojó en la cama, le esparció aceite de bebé en el cuerpo y la penetró. (…) Alperovich después se comportaba como si nada hubiese pasado”.
Luego dio cuenta del “progresivo deterioro físico” que sufrió la denunciante durante los meses que trabajó al lado del acusado. “Se le caían las uñas, le temblaban las manos, tenía ataques de pánico, trastornos del sueño…Nadie podía negar que algo le sucedía, un día no pudo salir de la cama. Para fines de mayo de 2019 F.L. había bajado más de 10 kilos, ella misma nos contó que le dolían los huesos de lo delgada que estaba”.
“F.L. contó que han sido numerosas las veces que el entorno de Alperovich se acercó para ofrecer dinero a cambio de su silencio. (…) Ella rechazó todos y cada uno de esos ofrecimientos. Desde el mes de mayo de 2019 que se fue del espacio, hasta el mes de noviembre que denunció, fueron muchos los que se acercaron para evitar que la denuncia tomara estado público a cambio de dinero. Esto demuestra que la acusación no es ninguna sorpresa para Alperovich”, expresó la querella.
Y agregó: “Para F.L. la denuncia se presentaba, entonces, como un camino por seguridad, justicia y para llevarla a quien corresponda, y por sanación. No hubo negociación que la hiciera detenerse (…). Fue para ella algo que la liberó”.
Tras casi tres horas de exposición, el juez Ramos Padilla dictó un cuarto intermedio para reiniciar la audiencia a las 14. La querellante, allí, volvió a tomar la palabra con el fin de enumerar diferentes testimonios recabados a lo largo de las catorce jornadas que demandó el proceso y que, a su criterio, “refuerzan de un modo importante la credibilidad” de los dichos de la denunciante.
En ese marco, trajo a colación las conclusiones de la perito psicológica Mónica Herrán, quien después de evaluar a la joven descubrió “secuelas traumáticas que guardan relación con los hechos denunciados”. “La experta destacó -dijo Cymerman- que el relato de la denunciante es coherente, guarda una estructura lógica y permite descartar la influencia de terceros”.
“La perito oficial explicó -siguió la querella- que la víctima, al momento de la entrevista, presentaba un trauma cristalizado mediante el cual los hechos siguen produciendo la misma vivencia con el mismo dolor e intensidad, como si la persona estuviese dentro del hecho, inmersa. (…) También le advirtió una marcaba disociación extrema, como un mecanismo instrumental cuyo fin es no sentir dolor, como un manto que la cubre de ese dolor. Por eso se resguardaba en la eficiencia de su trabajo para seguir adelante”.
Además de Cymerman, su colega Rovatti se explayó durante una hora respecto al descargo que hizo Alperovich la semana pasada, donde el exmandatario subrayó su inocencia y calificó a la causa como un “complot armado” en su contra. “Alperovich dijo que todo esto es una gran mentira, que él no hizo nada de lo que se lo acusa, que se trata incluso de una denuncia falsa enmarcada en una campaña sucia preparada por -el diputado nacional- Carlos Cisneros, supuesto enemigo suyo toda la vida, y por -el exconcejal de San Miguel de Tucumán y expareja de la presunta damnificada- David Mizrahi. (…) Nada de esto resulta creíble ni verosímil: no tiene ningún sentido”.
Luego le solicitó al juez que condene al exsenador por los hechos de abuso sexual simple, gravemente ultrajante y agravado a la pena de 22 años de prisión, dada “la gravedad del injusto”. También pidió, en caso de condena, su encarcelamiento preventivo hasta tanto quede firme la sentencia con el fin de evitar el “riesgo de fuga” surgido del “poder que todavía tiene” el acusado. Por su parte la fiscalía pidió 16 años de cárcel. -Infobae-