En un dramático ejemplo de la severa represión cultural en Corea del Norte, un joven de 22 años fue ejecutado por el régimen después de ser acusado de consumir música y películas surcoreanas, según reveló un informe del Ministerio de Unificación de Corea del Sur. El joven, originario de la provincia de Hwanghae del Sur, fue acusado de violar una ley de 2020 que prohíbe la “ideología y cultura reaccionaria”, al escuchar 70 canciones de K-pop y ver tres películas del sur.
El régimen de Kim Jong-un ha intensificado sus esfuerzos para aislar a la población de influencias externas, especialmente del K-pop, al que el líder norcoreano ha descrito como un “cáncer vicioso”. La prohibición de 2020 amplía el alcance de la censura y establece penas más duras para quienes posean o distribuyan cualquier forma de cultura occidental.
“Estas medidas draconianas son presentadas como necesarias para proteger al pueblo de la influencia maligna de Occidente”, señaló el informe del Ministerio surcoreano. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos han condenado estas políticas como violaciones flagrantes de la libertad de expresión y acceso a la información.
Corea del Norte defendió estas acciones como necesarias para mantener la estabilidad y pureza ideológica del país, rechazando críticas internacionales que acusan al régimen de violar derechos humanos fundamentales. Las restricciones incluyen inspecciones de teléfonos para detectar contenido o contactos que puedan simpatizar con ideas “peligrosas” o influencias surcoreanas.
Este caso se suma a las numerosas denuncias de represión sistemática en Corea del Norte, que incluyen la prohibición de prácticas y símbolos culturales considerados occidentales, como vestidos de novia blancos o el uso de gafas de sol. Organizaciones como Human Rights Watch han catalogado estas políticas como parte de un patrón de violaciones graves a los derechos humanos en el país.
Los desertores que han logrado escapar describen cómo la influencia de dramas y música surcoreana despierta preguntas incómodas sobre la vida en Corea del Norte, llevando a muchos jóvenes a cuestionar el sistema bajo el cual viven.
“Después de ver dramas coreanos, muchos jóvenes se preguntan: ‘¿Por qué tenemos que vivir así?’ … Pensé que preferiría morir antes que vivir en Corea del Norte”, contó una desertora de 20 años a The Guardian.