Son varias las familias de antigua raigambre de Jujuy que hacen referencia a esta tradición oral sobre el nacimiento del héroe gaucho. Tomamos como ejemplo a la familia Ovejero, ligada a ambas provincias y muy cercana a los Güemes, ya que adquirieron la casa (situada en la calle España, donde actualmente funciona el ?Museo Güemes’) donde vivió su juventud Martin Miguel y su padre Gabriel de Güemes y Montero.
El Dr. Julio Argentino Linares Ovejero (salteño), que se desempeñó como médico en el Hospital San Roque de Jujuy, relata que su abuela, doña Efigenia Serapia Blas Eguren (jujeña), cuenta que María Magdalena de Goyechea y la Corte, embarazada y en retorno desde San Salvador de Jujuy a la ciudad de Salta, acompañada de una matrona y luego de visitar a su padre, el teniente gobernador de Jujuy, Martín Miguel de Goyechea, detiene su marcha al iniciar el trabajo de parto. Ante la emergencia, da a luz en una vivienda próxima a El Carmen, en una finca conocida como ?La Quinteja’, propiedad de la familia Villafañe Ovejero.
Al día siguiente continúan el viaje por el antiguo e histórico camino de las carretas, que atravesaba el Fuerte de Cobos y de allí a la ciudad de Salta. Doña Magdalena, triste por el estado de salud de su padre, que fallece meses después, le solicita a su esposo que el niño recién nacido lleve su nombre en homenaje. Así, lo bautizan Martín Miguel.
Martín Güemes (h), en un artículo publicado en la revista digital ?El ojo de la tormenta’, destaca que es muy posible que Martín Miguel de Güemes haya nacido en la sala ?El sauce’ de la antigua ?Hacienda del paraíso’, propiedad del padre de doña Magdalena de Goyechea, situada en El Bordo, a 40 kilómetros de la ciudad de Salta. ?La Quinteja’ se encuentra a pocos kilómetros de la finca del padre de Magdalena, por lo tanto, considero que el parto, en un claro adelanto, fue en la finca de los Villafañe Ovejero, antes de llegar a ?El Sauce’, que era el destino para pasar la noche.
Algunos querrán argüir que después del parto doña Magdalena no realizaría un viaje de 50 kilómetros, nosotros afirmamos que era posible por el temple de esta dama».
Por Jorge Delfín Calvetti
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