Un neurocientífico español estuvo clínicamente muerto 7 segundos y volvió. Lo que vio desafía la ciencia y cambia todo lo que creíamos sobre la muerte.
Álex Gómez Marín, físico y neurocientífico del CSIC, estuvo clínicamente muerto durante 7 segundos, y lo que vivió allí desafía cualquier explicación racional. Un cientifico que casi muere cuenta cómo esa experiencia cambió su manera de ver la vida y la muerte, y cómo la neurociencia y la fisica todavía no alcanzan a explicar lo que él sintió.
La muerte según un científico que la vivió
En 2021, Gómez Marín sufrió una hemorragia interna que lo dejó al borde de la muerte. Durante varios días estuvo hospitalizado y llegó un momento en que perdió pulso y respiración, lo que según cuenta lo puso literalmente “del otro lado”.
“Estuve siete segundos al otro lado. Vi una luz dorada y tres figuras que vinieron a recibirme. Me ofrecieron cruzar, pero decidí volver”, relató en el programa español La Rosa de los Vientos, conducido por Bruno Cardeñosa y Silvia Casasola. No sintió miedo, sino una serenidad absoluta: “Allí no hace falta pensar, simplemente sabía. Sabía que todo estaba bien”.

Álex Gómez Marín estuvo clínicamente muerto unos segundos y vivió una experiencia que desafía la ciencia. Durante ese tiempo sintió paz absoluta y reconoce que el amor, la conciencia y el dolor existen aunque no se midan.
Lo que hace único este testimonio es que proviene de alguien entrenado en física y neurociencia, capaz de analizar y describir lo que experimentó con detalle científico, pero que admite que va más allá de cualquier explicación racional. “Soy un científico que casi muere”, dice en su libro, publicado por Temas de Hoy, y sostiene que el amor, el dolor y la conciencia también existen aunque no se midan, poniendo en jaque la rigidez del materialismo científico que durante siglos descartó lo intangible.
🧠 El neurocientífico Alex Gómez-Marín nos visita en 'La Rosa de los Vientos' y nos cuenta como fue vivir un Encuentro Cercano con la Muerte (ECM) que le cambió la vida.
— Onda Cero (@OndaCero_es) October 13, 2025
🗣️ Alex nos desvela lo que realmente le hizo luchar por quedarse: "Mi familia" pic.twitter.com/arFBehNEGu
Además, Gómez Marín se mete en lo que llama los márgenes de la consciencia, que explora fenómenos como la lucidez terminal, la telepatía o los recuerdos de vidas pasadas en niños, y se pregunta si algunos como la retrocausalidad o la visión remota podrían demostrar que la mente puede percibir información del futuro. “Vi con mis propios ojos cómo alguien parecía arrastrar un trocito del futuro y plasmarlo en el papel”, recuerda, dejando claro que estas experiencias, aunque incomprobables hasta ahora, merecen atención.
Neurociencia, consciencia y más allá
Tras esa experiencia, la vida cotidiana de Gómez Marín cambió radicalmente. Perder el miedo a la muerte le permitió enfrentarla con otra mirada: “Creo que morirse es muy bonito. Tenemos mucho miedo, pero los que hemos estado con un pie allí y hemos vuelto sabemos que es una experiencia hermosa. Y mientras tanto, hay que recordar que también hay vida antes de la muerte”.
Aunque su visión no es religiosa, reconoce que lo sagrado existe y trasciende lo material: “Durante mucho tiempo el materialismo nos dijo que solo hay materia y nada más. Pero el amor, el dolor o la conciencia también son reales, aunque no se midan”.

Perder el miedo a la muerte transformó su vida y perspectiva. Cree que morirse es una experiencia hermosa y valiosa, y que la vida antes de la muerte importa.
Para explicar cómo la consciencia puede seguir activa incluso si el cerebro falla, propone el “Modelo de las Dos P”: el Cerebro Productivo, donde la mente depende del cerebro, y el Cerebro Permisivo o Receptor, donde el cerebro actúa como filtro, permitiendo que la consciencia se manifieste más allá del colapso físico. Esta hipótesis busca dar sentido a experiencias límite que la ciencia tradicional no puede explicar, y al mismo tiempo invita a profundizar el diálogo entre la ciencia y la espiritualidad.
Como dice Gómez Marín en otra charla con el Doctor Manuel Sans Segarra: “Al humano lo que le importa es: ¿qué hago aquí? ¿qué pasará cuando me muera? Esa es la gran pregunta que todos tenemos”. Incluso en la ciencia más rigurosa hay espacio para reconocer lo desconocido, para cuestionar certezas y para abrirse a lo que aún no se puede medir, porque la vida y la muerte siguen siendo misterios que nos tocan a todos.

